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martedì 29 giugno 2010

177 - INDEFENSOS ANTE LAS TRAGEDIAS - 1 –

El paso de la tormenta Ágatha, con su secuela de muerte y destrucción, y la violenta erupción del Volcán de Pacaya pusieron de manifiesto que Guatemala sigue siendo un territorio vulnerable a los fenómenos de la naturaleza.
El país se encuentra en una región geográfica que es azotada cada año por tormentas y huracanes, sismos de regular magnitud, terremotos y largos períodos de sequía, a lo que se suma que muchos de sus habitantes viven en zonas de alto riesgo, como laderas u orillas de los ríos.
Ágatha dejó 172 muertos, 101 desaparecidos y pérdidas económicas aún no cuantificadas en infraestructura pública, viviendas y cultivos, e hizo recordar los destrozos causados en 1998 por el huracán Mitch, y los que también ocasionó la tormenta Stan, en el 2005, que requirieron de millonarios recursos para la reconstrucción.
Por su parte, el Pacaya únicamente cobró la vida de una persona, pero la eventualidad de nuevas erupciones está latente y sus ríos de lava amenazan a varios caseríos donde residen cientos de pobladores, muchos de los cuales también han perdido sus cosechas.
Pero las amenazas a este país, de 13 millones de habitantes, no solo provienen de erupciones o tormentas, sino de fuertes sismos o terremotos, debido a que el territorio se asienta sobre las placas tectónicas de Norteamérica, Cocos y Caribe.
El choque de esas placas originó, el 4 de enero de 1976, un sismo de 7.6 grados en la escala de Richter, que dejó 23 mil muertos.
Aunque ese evento ha sido uno de los más catastróficos, la vulnerabilidad del país no ha hecho más que crecer, como lo refleja un informe del 2009 auspiciado por la Organización de las Naciones Unidas.
El documento señala: “Guatemala es uno de los pocos países en el cual convergen tres placas tectónicas, registra aproximadamente 288 volcanes y estructuras de origen volcánico, ocho de los cuales reportan actividad (...), es propenso al impacto de fenómenos de origen hidrometeorológico, depresiones tropicales y huracanes, así como incendios forestales, heladas, sequías y deslizamientos”.
Pero los eventos naturales que han afectado a los guatemaltecos en los últimos años han estado marcados por el cambio climático, como quedó evidenciado en la reunión que se celebró en Copenhague, Dinamarca, en noviembre del 2009, de donde surgió una nueva voz de alarma para nuestro país, al ser incluido en una lista de 10 naciones donde las variaciones climáticas ponían en peligro a miles de habitantes debido a inminentes hambrunas o desastres.
Esto también tuvo su contraparte en el informe de la Comisión Presidencial sobre Derechos Humanos, que señalaba, en el 2009: “Guatemala ha sufrido en los últimos años los impactos del exceso de precipitaciones pluviales y episodios de sequía. Estos eventos han dado como resultado la pérdida de ecosistemas, la reducción de la calidad y disponibilidad de recursos hídricos, a la par de enfermedades respiratorias e intestinales”.
Florentín Martínez, experto del Centro de Estudios Urbanos y Regionales, expresa que más del 50 por ciento de los guatemaltecos que viven bajo la línea de pobreza se encuentran expuestos a situaciones de desastre.
“Es un círculo vicioso. Hay gente que no tiene un empleo digno, pero necesita tener una vivienda, y como no puede adquirirla en zonas que son seguras y tienen todos los servicios, se van a zonas de riesgo”, señaló.
Martínez declara que anualmente se constituyen unos 30 mil nuevos hogares, pero que no tienen dónde vivir, por lo que se trasladan a las zonas de riesgo, algo para lo que no ha habido una respuesta satisfactoria durante los últimos gobiernos, pese a estar presente en cada campaña electoral, en un país con un déficit de más de un millón de viviendas.
Martínez agrega: “Esas personas se van a zonas donde hay barrancos o a las orillas de los ríos, y cuando viene la lluvia, se producen deslaves que sepultan caseríos y comunidades, o desbordamientos, que todo lo arrasan”.
Carlos Leonel Pérez, geólogo, agrega que no hay educación suficiente para que las personas conozcan los riesgos de habitar en lugares inadecuados.
“Es por eso que vemos en todos los barrancos de la Ciudad de Guatemala una gran cantidad de construcciones que son de alto riesgo. Generalmente, en momentos de tranquilidad, no nos damos cuenta de la amenaza que conllevan esos terrenos, pero cuando vienen los sismos o la lluvia es cuando realmente le ponemos atención a esto”, consideró el experto.
Las mismas autoridades han reconocido esas vulnerabilidades, pero con el argumento de la posición geográfica del país, parece normal que las tragedias sean inevitables, sin profundizar en la integralidad de la prevención.
Para los expertos es vital que los ministerios de Ambiente y Educación asuman un rol determinante en impulsar campañas educativas que contribuyan a generar mayor responsabilidad de los ciudadanos con su entorno, porque no se puede seguir deforestando el país o dejando que los ríos se conviertan en basureros, algo por lo que se paga un alto costo.
(Prensa Libre, 5/06/2010)