Poncio Pilato le preguntó a Jesús: Qué es la verdad? La clásica pregunta oportunista del funcionario romano, representante de un imperio, que buscaba una salida para no reconocer su cobardía delante de la presión de la dirigencia judía en el proceso que se llevaba contra Jesús. Por ello la conclusión de este hecho no era de admirarse: “se lavó las manos”.
Juan Gerardi , obispo auxiliar de Guatemala, en otros tiempos obispo diocesano de la Verapaz y del Quiché, asesinado cobardemente hará ya 12 años se atrevió a preguntarle al pueblo de Guatemala: Cuál es tu verdad, pueblo sufrido y humillado, escarnecido y vilipendiado, asesinado y desaparecido, después de 36 años de una guerra fratricida, sangrienta y cruel?
Juan Gerardi no era ningún funcionario ni representante de un imperio. Era un Pastor sensible al dolor de sus ovejas, atalaya inteligente que vislumbraba el futuro de estas tierras, con el corazón moldeado por la tristeza y la injusticia de los pueblos a los que él servía, en la Verapaz, en el Quiché. Su alma de niño grande había sido profundamente tocada por todo lo que veía y oía, palpaba y experimentaba en sus correrías pastorales, en su encuentro con la gente empobrecida, discriminada por su condición indígena, abandonada a su suerte, olvidada.
Hizo la pregunta para encontrar una respuesta que sanara las heridas, desahogara los hondos sufrimientos del alma del pueblo guatemalteco, abriera el camino para una dignificación de las víctimas del conflicto armado y permitiera a los victimarios reconocer sus perversiones y pedir perdón a quienes habían sufrir. Solamente en este contexto se podría lograr una paz firme y duradera como lo voceaban fuertemente los negociadores de los Acuerdos de Paz.
A esta pregunta hubo una doble respuesta: El proyecto “Recuperación de la memoria histórica”, en sus cuatro volúmenes “Guatemala Nunca Más” y el asesinato del Obispo.
Desgraciadamente no se ha querido entender ni la obra ni la persona de Juan Gerardi. Queremos solamente lavarnos la smanos?
(Monseñor Alvaro Ramazzini Imeri, Obispo de San Marcos)
Yo recuerdo a Monseñor Gerardi por los talleres de Remhi. Habiéndome correspondido coordinar todo lo que fue el trabajo de la Recuperación de la Memoria Histórica del Quiché, asistíamos a talleres que eran parte de la metodología que permitió realizar ese proceso. Eran talleres de trabajo técnico, pero también espacios de diálogo y discusión interna de temas difíciles e intensos sobre las distintas realidades que tocaba Remhi. Monseñor Gerardi asistía como uno mas en los encuentros a los que fuera necesario. Impresionaba su agudeza para analizar las situaciones, la serenidad para tratar contenidos escabrosos y la honestidad para colocarse frente a los hechos y frente a la historia. Sin duda se le puede ver como un pastor acrisolado como el oro en el fuego del sufrimiento. Su vida solo se puede comprender desde la vida de Cristo en El.
El núcleo central de su vida se ubica como Obispo en el Quiché, porque el centro de su misión, el tiempo de oro de su vida, fue la misión que realizó en esta Diócesis en un tiempo de fuego y efervescencia de problemas sociopolíticos y económicos en Latinoamérica, un continente marcado por la injusticia.
Aunque se generó un nube oscura en torno a su vida, su misión, y en torno a su muerte, para ocultar lo que su acción pastoral nos reveló sobre la realidad de atrocidades y muerte ignomiosa, de crímenes que se cometieron que contra miles de guatemaltecos, su vida está llena de los signos del Evangelio, su cuerpo marcado con las llagas de la pasión de Cristo.
El proyecto de la Recuperación de la Memoria histórica que propuso a su hermanos los obispos fue la ultima tarea, la tarea cúlmen de su misión por la que lo sacrificaron los poderes de la muerte instalados en Guatemala con la ayuda sobre todo de países como Estados Unidos que en aquel periodo de la historia, financiaron y armaron a quienes arracaron la vida a miles de víctimas indefensas que regaron con su sangre la tierra guatemalteca.
Pero Monseñor Gerardi, es mas de lo que se ha escrito de El, un humanista cuya sensibilidad al sufrimiento del prójimo le hizo comprometerse a desentrañar las realidades guatemaltecas, origen de un sufrimiento histórico persistente hasta la actualidad.
Dentro de lo mucho que hizo, el mayor servicio a favor de la vida, fue promover el desarrollo de la recolección de datos y el análisis de la realidad histórica de Guatemala que evidenció la existencia, y el modus operandi de las estructuras del crimen responsables de tanta muerte. Si estas estructuras no han sido desmanteladas y enjuiciadas se debe a que no ha habido voluntad por diversas razones o intereses, de parte de los organismos correspondientes.
Hay un legado heroico que nos ha dejado, y ahora solo esperamos una nueva figura que con el talante de este querido pastor y obispo, Mártir de la verdad, pueda encabezar la siguiente etapa que permita que este país salga de la locura de la muerte y el crímen a la tan ansiada paz. Que esta paz armada que construyeron los que la pactaron, pueda ser transformada en verdadera paz para todos los que la ansiamos y la merecemos.
(Padre Rigoberto Perez Garrido, El Quiché, Guatemala).