Carlos Castresana, jefe de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig), aseguró en una entrevista que las instituciones del Estado durante años se han cimentado en estructuras criminales, lo que hace que se mantenga alto el nivel de impunidad en el país. También abordó lo referente a la elección de fiscal general, la depuración de la Policía y los resultados de los casos que está investigando.
-¿Cómo ve la situación de Guatemala después de tantos escándalos donde aparecen funcionarios vinculados a la corrupción?
R: Es difícil construir sobre estructuras que están tan dañadas por la corrupción, que están infiltradas por los grupos criminales, pero me parece que la lucha es legítima y merece ser apoyada. Hemos dicho que lamentablemente las estructuras de gobierno se han mantenido sobre la base de estructuras clandestinas.
-¿Cómo están clasificadas esas estructuras?
R: Hay dos clases: a una yo le llamo redes de grupos intraprofesionales, de sectores que confluyen en sus intereses y que mezclan la política con medios de comunicación, empresas, despachos profesionales e instituciones. Luego está el sector de grupos de criminales que se especializan en actividades ilegales como tráfico de drogas, de migrantes, de niños, adopciones clandestinas, trata de blancas y contrabando, entre otros hechos.
-¿Cuáles son las más poderosas?
R: Las del primer grupo son mucho más peligrosas, mucho más poderosas, son las que generan desgobierno, son las que están infiltradas en las instituciones del sistema de seguridad, que son multiprofesionales, empresas criminales que manejan los criterios de división de tareas y de jerarquización, y las más difíciles de desmantelar.
También hay enormes mafias dedicadas a la venta de niños, y hay otras pequeñas, con una casa hogar donde procuran colocar adopciones; unas son locales; otras, nacionales, y también transnacionales.
-¿Le dará tiempo desmantelarlas durante su mandato?
R: Estamos en ello; un ejemplo es el golpe en la Policía Nacional (Civil) contra toda la cúpula, cuyos miembros se asentaron sobre el tráfico de drogas, sobre los tumbes (robos) de droga y dinero.
Esto empieza a ser una señal positiva, aunque resulte en un enorme trastorno para los guatemaltecos honrados, pero es un mensaje de esperanza muy grande, pues por primera vez alguien está dispuesto. No lo digo por la Cicig, sino por la Fiscalía, la Policía, los jueces que se están animando a hacerle frente a la mafia y le están plantando cara y están mirando a los ojos al monstruo; eso no se había producido antes.
-¿Van a vetar a alguno de los candidatos a fiscal general?
R: Buscamos a las personas que no son idóneas, que no son honorables y que están en la lista de candidatos, pero forman parte de esas estructuras clandestinas que quieren usurpar el poder legítimo de las instituciones del estado de Derecho, de la Corte Suprema de Justicia, de la Corte de Apelaciones, de la Defensa Pública y, ahora, de la Fiscalía.
-¿Estas estructuras son las mismas que ha mencionado?
R: No es un solo grupo, son distintos grupos que obedecen a sectores de presión, a posiciones de poderes fácticos que controlan las instituciones. Según datos ofrecidos por el magistrado César Barrientos, la eficacia del Organismo Judicial estaría sobre el 0.5 por ciento, de manera que es una institución colapsada en 99.5 por ciento. Recibe 11 mil acusaciones, de las cuales apenas puede despachar mil 500; es una institución manipulada por fuerzas poderosas.
-¿Cuáles son los principales retos para el nuevo fiscal?
R: Debe dar respuesta a la impunidad, tiene que combatir eficazmente el delito, eficientar sus recursos -unos dos mil 300 fiscales- y debe depurar la institución, que está muy infiltrada por esas estructuras clandestinas. La depuración efectuada a mediados del 2008, con la salida del fiscal general y unos cuantos fiscales jefes, fue solo la limpieza de la punta del iceberg, pues el resto de ese cuerpo sigue ahí.
-¿Cuántos están vinculados, quiénes son?
R: Son personas muy conocidas, que usufructuaron el Ministerio Público en el pasado y que lo siguen haciendo. Forman parte de las estructuras clandestinas contra las que tarde o temprano emitiremos acciones penales; tenemos una asignatura pendiente.
-¿Cuándo van a presentar las objeciones?
R: Procuraremos agotar el tiempo disponible, para hacer la mejor investigación posible; no vamos a decir quién es el mejor candidato ni quién es el malo. Vamos a decir quién, de ninguna manera, debería ser candidato.
-¿Está de acuerdo con la reelección?
R: No señalamos personas, no hay ninguna prohibición de reelección; de manera que el fiscal Velásquez es un candidato por lo menos tan bueno como todos los demás.
-En el caso de la Policía, ¿cómo han trabajado en la depuración?
R: Empezamos en el 2008 en una situación en que era muy difícil trabajar, porque no había precedentes; había una completa impunidad sobre las autoridades. Con los ministros de Gobernación (Vinicio) Gómez y (Francisco) Jiménez, los ayudamos a una depuración de carácter administrativo, en la que fueron apartados el director y subdirector de la época. Después fue mucho más difícil con el ministro (Salvador) Gándara, a quien nosotros le pedimos al presidente (Álvaro Colom) que lo removiera. Ahora participamos en la captura de Baltazar Gómez; sabíamos que era culpable a apenas 15 días de haber sido ascendido, pero lo tuvimos que guardar porque los procesos penales se maduran con pruebas.
-Algunos critican que en este caso solo tienen testimonios y no prueba científica.
R: Si usted dice que no tenemos escuchas telefónicas, es cierto, pero tenemos mucha prueba científica.
-¿Participará en el nombramiento del nuevo director de la Policía?
R: Toda la información que tenemos se puede utilizar para el nombramiento, aunque no podamos usarla para acciones judiciales. Puedo conocer que algún comisario está involucrado en una red criminal; quizá no pueda probarlo en un tribunal, pero sí puedo recomendarle al ministro que no lo nombre.
-¿Qué opina de las críticas contra las acciones efectuadas por la Comisión?
R: Va a haber pasos adelante y pasos atrás; va a haber campañas negras, descrédito e intoxicación. Ese es el pecio que hay que pagar, y los buenos guatemaltecos no se van a dejar engañar por esas campañas que dicen que estamos involucrados en esto o en aquello. Cuando más avancemos, más ruido van a escuchar. La gente está viendo cosas que no se habían visto.
(Publicado en Prensa Libre - prensalibre.com.gt )
Coralia Orantes, Adital, 15/03/2010