En una sociedad expulsora de emigrantes como Guatemala, (un millón y medio en EE.UU.) la cantidad de familias afectadas por la migración, es alta, según el informe de OIM sobre remesas y medio ambiente, 22.5% de quienes envían recursos desde Estados Unidos son esposos o esposas, lo que indica el alto nivel de personas que se quedan a cargo del hogar, de los cuales la mayoría son mujeres. Otro alto porcentaje son hijos 14.1%, 6% son padres y madres y el 1.2% a personas no parientes.
Los procesos migratorios generan cambios que afectan la configuración familiar en forma temporal o definitiva, alterando las interacciones entre sus miembros, los procesos de comunicación y socialización, los roles, las responsabilidades y la autoridad, modificando los vínculos afectivos y sociales, tanto para las familias que se conformaron de la experiencia migratoria en Estados Unidos, como a las familias nucleares que se quedan y a las familias extensas, que cada vez más se alejan o acercan, dependiendo de las circunstancias que rodean el proceso migratorio.
La mayor parte de migraciones son protagonizadas por hombres, lo que provoca que muchas mujeres se queden a cargo del hogar y la familia que regularmente se traduce en una situación de desprotección, en algunos casos de abandono, en otros bajo distintas formas de dominación y en general en una sobrecarga de responsabilidades que asumen las mujeres. También la migración internacional provoca cambios en las dinámicas familiares ya que los hijos también se ven afectados por crecer sin el referente paterno.
Las palabras de la Dra. Rigoberta Menchú, ilustran mejor lo anterior al señalar que "el mayor número de viudas se registra a causa de la inmigración" (La Hora 2/10/08), es decir, parafraseando a Menchú, que en Guatemala hay más "viudas" en tiempos de paz, que en tiempos de guerra, porque sus esposos se fueron a Estados Unidos y la mayoría sigue esperando o ignorando el retorno.
Las mujeres que se quedan en Guatemala se hacen cargo del cuidado de los hijos, de enviarlos a la escuela, del cuidado de la casa y del terrenito, del cuidado de las siembras y de la cosecha en las familias campesinas del Altiplano en época de zafra en la Costa Sur. La sobrecarga de la figura materna implica un consiguiente aumento del estrés y depresión de la mujer. Aunque no son protagonistas de las migraciones sufren las consecuencias este proceso global y local.
Pero por otro lado la migración de hombres que dejan a las mujeres, ha fomentado la participación comunitaria de éstas, es decir ahora forman parte de las organizaciones locales y es notable la creciente participación de las mujeres en el liderazgo comunitario. También son sorprendentes las historias de aquellas mujeres, que "aprovechando que el esposo no está, hacen un gran esfuerzo por continuar sus estudios", o forman parte en la dirigencia de equipos y campeonatos de Futbol. Quizá sea una luz ante un panorama predominantemente gris.
Mesa Nacional para las Migraciones (Menamig), por Álvaro Caballeros, Adital, 12/04/10
