Menores de edad de Guatemala y Centroamérica dejan sus países para buscar del sueño americano, pero muchos no pueden continuar con su viaje a Estados Unidos y se quedan en ciudades de México, lo que los hace vulnerables a la trata de personas y explotación, informó Diego Lorente Pérez de Eulate, director del Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova, de Tapachula, Chiapas, México.
Gran cantidad de niños y jóvenes guatemaltecos y centroamericanos trabajan informalmente en ciudades de México.
Una de las principales actividades a las que se dedican en México los menores de edad migrantes es el lustre de calzado.
El activista en derechos humanos dijo que la mayoría de menores tienen entre 11 y 17 años, y proceden de Guatemala. Al no poder lograr su propósito de llegar a EE. UU., se quedan trabajando de manera informal en las calles o negocios de esa ciudad, por lo que están expuestos a ser víctimas de trata.
Añadió que el flujo migratorio de niños y jóvenes guatemaltecos y centroamericanos a México se ha incrementado en los últimos años. Pérez de Eulate recordó que en el 2013, según datos oficiales, fueron detenidos nueve mil 893 niños y regresaron a su país ocho mil 350.
Sin datos oficiales
Alejandro Vila Chávez, fiscal especializado en delitos cometidos contra inmigrantes en Tapachula, explicó recientemente que se desconoce el número de niños y niñas migrantes que trabajan en las calles, en ciudades de Chiapas, y que podrían estar en situación de trata laboral o sexual.
Frecuentemente se observa cómo familias completas cruzan la frontera Guatemala-México por el río Suchiate, y se cree que muchos de los menores se ven obligados a trabajar en ciudades mexicanas.
En el parque Miguel Hidalgo, de Tapachula, es común ver a decenas de niños que venden golosinas, y casi todos son migrantes. Autoridades calculan que unos 400 menores deambulan por las calles del centro de Tapachula, donde también lustran calzado.
Testimonios
Pascual es un niño de 8 años que dijo haber viajado del altiplano de San Marcos a Tapachula, porque quiere irse a Estados Unidos, pero como no tiene dinero se ha quedado a trabajar vendiendo golosinas en los parques de Tapachula, pero no explica quién lo contrató, con quién trabaja ni cómo vive.
Rafaela, 9, viste traje regional y camina en el mismo parque donde decenas de niños laboran a diario. Ella vende refrescos embotellados, cigarrillos y golosinas.
“Mi familia vive en Huehuetenango, pero necesitamos ganar dinero”, explicó.
Carmen y Elena, de 15 y 13 años, son dos hermanas que viven en Malacatán, San Marcos, y en el mismo parque de Tapachula venden golosinas, pero se cree que son explotadas sexualmente, por lo que huyen al consultarles al respecto.
Red de protección
El padre Ademar Barilli, director de la Casa del Migrante de Tecún Umán, San Marcos, comentó que en la zona fronteriza con México se ha integrado una red de protección de la niñez y adolescencia migrante, en la que participan diversas entidades de Guatemala y México.
Añadió que oenegés, instituciones gubernamentales y privadas, organizaciones autónomas y semiautónomas, clubes de servicio y líderes comunitarios se unieron, con la misión de velar porque las autoridades cumplan con lo que la ley les manda en el caso de la migración de niños y adolescentes y los diversos casos de trata.
Barilli agregó que esta red está activa y presta a plantear, ante las autoridades correspondientes, la necesidad de detectar los casos de trata de personas y proteger a los menores para que no sean víctimas de estos grupos.
Sufren vejámenes
Maripaz López, directora del hogar Nuestras Raíces, de la Secretaría de Bienestar Social, en Quetzaltenango, a donde son llevados los niños repatriados de territorio mexicano, dijo en un foro que los menores detenidos en ese país son abusados.
Explicó que las autoridades migratorias y policiales los maltratan y los tienen en calidad de presos, con lo cual violan sus derechos humanos.
Prensa Libre, 25/04/14