Guatemala es considerada como una nación con suficientes recursos naturales para alimentar a toda su población, pero paradójicamente se ubica en la lista de países con los más altos niveles de pobreza, desnutrición crónica infantil y hambre. A ello se agrega que es el primer receptor de ayuda internacional para el desarrollo.
Según Pilar Orantes, representante de Oxfam Guatemala, la ayuda internacional para el país en materia de desarrollo rural, agricultura campesina, soberanía y seguridad alimentaria ascendió a US$563.5 millones. Sin embargo, el país sigue presentando un cuadro crítico en materia de hambre, pobreza y desnutrición.
A la vez refirió que la entidad donde labora realizó un estudio acerca del volumen de la cooperación oficial internacional en estos temas y señala que se evidencia un aumento desde el 2007 y que se ha visto que la dispersión y que falta de participación activa de las comunidades en la programación de los programas ha frenado su efectividad.
Lily Caravantes, secretaria de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Sesán), coincide en que se ha relegado a la población beneficiaria de los programas de cooperación en materia de desarrollo rural y combate al hambre en la formulación de estos, de manera que responda a su realidad social, cultural y territorial.
El estudio de Oxfam, denominado Combatir el hambre en Guatemala, reitera que entre las causas estructurales de este flagelo están la extrema inequidad en la distribución de la tierra, el desmantelamiento de los programas estatales de apoyo a la agricultura familiar, la dependencia de la importación de alimentos y los bajos salarios, entre otros.
El hambre es, en primera instancia, un problema de falta de ingresos, pues la comida nunca escasea en el país, destaca el estudio de Oxfam. Esto se evidencia en un país donde la mayoría destina el 66% de sus ingresos a la compra de alimentos y la brecha entre el salario mínimo y la canasta básica supera los Q400.
De los más de 800,000 propietarios agrícolas, un 45% son productores de infrasubsistencia (con menos de 0.7 hectáreas); otro 46% está en condiciones de subsistencia (entre 0.7 y 7 hectáreas), solo 6% entra en la categoría de excedentarios (entre 7 y 45 hectáreas) y el 2% se dedica a la agricultura comercial (más de 45 hectáreas). Es decir, el 8% de los agricultores comerciales concentra casi 80% de la superficie cultivable, mientras que el 92% solo utiliza el 22% de la tierra.
(Centro de Estudios de Guatemala, 21-27 septiembre 2010)
