Las quejas, algunas compartidas por el presidente Álvaro Colom y su sucesor, Otto Pérez Molina, se centran en que el pacto silenció las armas y sentó las bases para impulsar una agenda de nación, pero esta sigue pendiente de alcanzarse.
Sectores sociales ven grandes retrasos en el cumplimiento de los compromisos y frustraciones históricas acumuladas.
Colom, quien tendrá a su cargo hoy el cambio de la rosa, se justificó porque, dijo, estuvo siete años “creando las condiciones para la firma de la paz”.
Agregó que fue el primer funcionario en visitar áreas afectadas por el conflicto armado, como Nuevo Xalbal, Ixcán, Quiché, cuando dirigió el Fondo Nacional para la Paz.
Pérez Molina se reunió ayer con integrantes del Consejo Nacional para el Cumplimiento de los Acuerdos de Paz, para acordar un relanzamiento de ese plan en el 2012, con énfasis en seguridad, justicia y cambio climático.
El futuro gobernante, quien dijo que no fue invitado a los festejos de hoy, prometió reunirse con el Consejo antes de la toma de posesión, el próximo 14 de enero, para escuchar planteamientos concretos sobre el relanzamiento.
Poco que celebrar
En contraste, ayer se efectuó una conmemoración alternativa de aquel acontecimiento, organizada por la Convergencia Nacional Maya Waqib´Kej, con actividades culturales en la Plaza de la Constitución.
Según el dirigente campesino Daniel Pascual, la fecha no invita a la celebración, pues “causas de la guerra como la discriminación, el racismo y patriarcado siguen latentes”.
La falta de cumplimiento de los acuerdos por parte del Estado impide a esas agrupaciones compartir las celebraciones del gobierno central y la Municipalidad, agregó Pascual.
La Convergencia señala regazos en los acuerdos sobre Aspectos Socioeconómicos y Situación Agraria, e Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas.
También indican que los gobiernos, luego de la firma de la paz, siguieron “el mismo modelo económico” y no emprendieron reformas profundas del Estado.
Yolanda Chali, dirigente de Convergencia, señaló que el Estado aún es el principal violador de los derechos humanos.
Prensa Libre 29/12/2011