De acuerdo con el reporte mensual de necropsias practicadas por profesionales de esa institución, solo en julio murieron 70 mujeres, 50 de ellas por heridas por proyectiles de armas de fuego, otras 4 por heridas provocadas con armas blancas y en menor número por distintos tipos de asfixias.
Según el Director del INACIF, Jorge Cabrera, el entierro de cuerpos como XX genera más trámite a la institución, pues deben realizarse pruebas de lofoscopía y de ADN, entre otras, sobre todo en los casos de crímenes que fueron cometidos con saña.
La falta de identificación de algunas mujeres y niñas podría ser atribuida a la situación de pobreza en la que se encuentran las familias, que les impide viajar a la ciudad de Guatemala para reconocer los cuerpos, señala la información del INACIF.
El documento “Investigación criminal para casos de violencia femicida”, señala que los femicidios por armas de fuego son estudios complejos donde la reflexión del operador en cada paso de la investigación debe ser una constante; la manipulación desordenada del cadáver podría hacer desaparecer indicios de extrema importancia en la resolución del caso.
El estudio enfatiza que como en todos los casos de muertes violentas, el examen exhaustivo del lugar de los hechos permitirá a las autoridades contar con un conjunto de datos que por sí solos no aportarían a resolverla.
Los operadores encargados de la investigación criminal deben determinar lo ocurrido, la forma en la que ocurrió, cuándo, dónde y porqué; la identificación de la víctima y quién o quiénes podrían ser los autores se determinan a través de los indicios biológicos claves en los procesos judiciales, concluye el documento.
Según la Investigación en Prensa Escrita sobre Violencia contra las Mujeres, de la Agencia Cerigua, en los últimos 10 años, aproximadamente 6 mil mujeres fueron asesinadas; el 97 por ciento de los casos permanece en la impunidad.
Cerigua, 5/8/2013